Sonríen para la foto
Crónica
Viajes solidarios
Impenetrable, Argentina
para que no quede tan mal
para que no se vea eso
para la foto,
sonríen.
Los viajes de los grupos misioneros son un éxito en universidades privadas denominacionales en Latinoamérica. Se vende la idea como una actividad espiritual extrema, práctica profesional y turismo solidario: un combo imposible de resistir.
Cayó la idea en el momento justo: La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), un organismo que depende de las Naciones Unidas y se concentra en la investigación económica, dio a conocer informes que muestran un incremento sostenido en la tasa de egresados de nivel secundario en la últimos diez años, y la proliferación de universidades, fundaciones, seminarios y academias. La incorporación de alumnos despertó una competencia sin precedentes entre instituciones educativas privadas y ahora vale todo: cualquier moda sirve para promocionarse (ice-bucket en el pasillo, harlem shake en el aula, flashmobs en el patio) mientras aumente la presencia en las redes sociales, vale. Vale publicitarse de la mano con las mismas corporaciones que son caso de estudio por malversación, corrupción y contaminación. Si la multinacional aporta al desarrollo de las ciencias, vale; sin importar que lo haga por interés y limite la libertad académica para poner la institución a su servicio. Si la marca es buena onda, no hay drama, vale. Vale pagar fortunas por un departamento de marketing antes que un sueldo decente a los docentes.
Y si la solidaridad es moda, entonces es útil y hay que crear un departamento de Responsabilidad Social Universitaria; ente de concepción confusa que funciona para hacerse cargo —¿de qué?—, mostrarse políticamente correcto, eliminar sospechas. Y hay que apoyar el viaje de ese grupo de estudiantes a alguna provincia pobre para que lleve ropa y algo de comida y se saquen fotos y las suban a internet y en los posteos se cuelen comentarios sobre las enriquecedoras experiencias que la universidad les ofrece: aventura, caridad y sonrisas. Que lo vean los padres, ese es el nicho.
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